miércoles, 20 de noviembre de 2013

Por ti, todo

Me gusta la idea de no madrugar. Te permite acostarte tarde, lo que significa quedarte hasta las mil haciendo todo tipo de cosas no productivas. Yo aprovecho mis horas de no-sueño para ponerme al día con Breaking Bad o volver a tragarme todas las películas de mi disco duro. Ayer noche fue el turno de "Notting Hill".


"Y no olvides que solo soy una chica delante de un chico pidiendo que la quiera". ¡WOW! Siempre me pone la piel de gallina. Pero no sólo eso. En aquella escena Roberts es la que toma el paso, ella toma la iniciativa. Porque le quiere. Punto. Sin más. 

Da qué pensar. Tras comentárselo a mis amigas y en pleno proceso de investigación, llegué a la conclusión de todo lo que hacemos nosotras por Ellos. Sea en la fase conquista o en fases posteriores, nosotras cuando queremos, queremos bien, sin barreras ni conjunciones adversativas, sin límites. 



Ojo! No estoy sacando mi vena feminista, ni diciendo que Ellos quieran peor, o que directamente no quieran. No. Creo que atrás quedó todo aquello de que sean Ellos los que den el primer paso y todos los restantes. ¡Porrrr favor! Serán hombres, pero también son humanos. 

Necesitan tener la seguridad de que sus esfuerzos tienen su fruto. Como en "Notting Hill". Grant tiene miedo. Está cagao. Ha sufrido y no quiere sufrir más. ¿A cuántos conocéis con el corazón partio, como diría Alejandro Sanz? Yo, a varios.



Ellos también se cierran dentro de su propio mundo interior. Y cuando eso ocurre solo aquellas que lleven el distintivo de Ella podrán sacarles. 

Querer no es cosa fácil. Tiene sus riesgos. Pero igual que los tiene para nosotras, los tiene para Ellos. Tal vez las normas sociales dicten que sea el género masculino el que dé el primer paso. Pero, ¿por qué no podemos nosotras iniciar el juego? Ya no sólo iniciarlo, sino continuarlo. Ellos no moverán ficha si ven que nosotras ni siquiera hemos tirado el dado. De eso no hay ninguna duda. 

Abogo por el movimiento femenino. Por que hagamos lo que nos plazca. ¿De qué sirve mostrar una cara de nosotras mismas que no existe? Tarde o temprano lo van a descubrir. 



Tal vez Ellos no lloren a moco tendido delante de una película de Julia Roberts, Ryan Gosling o Harrison Ford, con una tarrina de las grandes de Ben and Jerrys. Pero también sufren, también sienten como las paredes de su cuarto se estrechan. Aunque su técnica de desahogo sea más violenta, también lo necesitan. 

Cógele la mano aunque no te lo pida. Regálale flores aunque pienses que eso es cosa nuestra. Llámale al despertar. Y abrázale cuando tenga un mal día. Lo necesitará. 





Yo quiero que me quieras a tu manera
aunque lo digas poco y lo sientas todo el tiempo
aunque nunca me escribas un poema
(Carlos Salem)


lunes, 4 de noviembre de 2013

Buscando el equilibrio

Tengo más ganas de verte que de comer con las manos. Tengo un hueco en la cama que lleva tu nombre y un cajón en el armario donde solo caben tus calcetines. Tengo medio depósito de gasolina y me sobra uno entero de diésel. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos.



Tengo los zapatos viejos, los vaqueros rotos y las camisas sin botones. Tengo el cenicero hasta arriba y las ventanas abiertas por donde se cuela el viento aullando tu nombre. Tengo la televisión encendida con el sonido en silencio. Tengo lágrimas que saben a mar y el mar a más de trescientos kilómetros. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos.

Tengo tanto sueño que me duermo de pie. Tengo una carta a medias, un sobre rasgado por la mitad y un sello sin pegar. Tengo los ahorros en un tarro de galletas que alguien se comió por accidente. Tengo la botella de vino, las velas y la cena, pero me faltas tú sentado en la mesa. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos. 



Tengo la convicción de que si grito apareces. Tengo los pétalos de las últimas flores que me regalaste esparcidos por el suelo y una escoba que no barre por miedo a llevarse algo más que polvo. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos. 

Tengo pelusas debajo de la cama y algún calcetín que olvidaste a deshora. Tengo la cabeza llena de recuerdos que incrustaste en mi mente. Tengo un sábado de lluvia con ganas de lunes. Tengo un reloj que no marca la hora y un calendario sin trece. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos.


Tengo acordes de Santana y letras de Extremo. Tengo tu cuaderno de notas y todas las disculpas que quepan entre sus páginas. Tengo tu firma en mi espejo. Tengo todo el tiempo del mundo para pasarlo contigo. Tengo billetes a ninguna parte y un abono transporte para cruzar el Atlántico. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos. 

Tengo confesiones por un tubo y declaraciones de amor a mansalva. Tengo más de dos minutos y tantas vidas como un gato. Tengo ideas de bombero. Tengo más imaginación que John Lennon y tanto arte como un escarabajo pelotero. Tengo alas para irme y ninguna gana de volar lejos. Tengo más ganas de verte que de comer con las manos.