Perdóname por romperme el corazón a ostias con tu alma. Perdóname por poner mis sentimientos por delante de los tuyos, por no tenerte en cuenta, por creer que siempre deambularías por mi costa. Perdóname por dejar que la cobardía me pudiera.
Perdóname por creernos invencibles. Perdóname por todas las veces que te dije que no queriendo decir sí. Perdóname porque me pudieran más los años que el daño.
Perdóname por elegirte con palabras pero sin actos. Perdóname por las promesas rotas y las más de cien mentiras. Perdóname por creer que sería para ti, la primera, la última, la única.
Perdóname por arder y dejar que tú te quemaras conmigo. Perdóname por arrancarme el corazón y dejarlo a tu custodia. Perdóname por pensar en tus errores y olvidar los míos.
Perdóname por no decirte las cosas en hora y llegar siempre con retraso. Perdóname por no agarrar tu mano con más fuerza y no dejar que te desvanecieras.
Perdóname por las peleas, por los gritos y las rabietas. Perdóname por romperme el alma para hacerte el mayor de los huecos. Perdóname por acomodarme en tu espalda y hacer de tu cuerpo mi recoveco.
Perdóname por no saber qué decir cuando te fuiste y por no encontrar las palabras cuando volviste. Perdóname por pedirte que te quedaras cuando la puerta te llamaba a gritos.
Perdóname por dejarte estar, por abrir en canal el alma y las piernas. Perdóname por esperar, por esperarte a ti y por esperar de ti.
Perdóname por querer quedarme contigo hasta el final de los tiempos. Perdóname por el drama y la locura, supongo que nací con ello. Perdóname por no correr lo suficiente y no llegar a tiempo.
Perdóname por vivir acelerando. Perdóname por romperme el corazón a ostias con tu alma. Perdóname por no perdonarte y por no perdonarme a mí misma. Perdóname por pensarte hasta secarme las venas.
Perdóname por todo, pero no me perdones por quererte, porque eso, eso no tiene perdón.
lunes, 22 de septiembre de 2014
lunes, 15 de septiembre de 2014
Tú no tienes ni puta idea
Y tú, ¿tú que sabes? Tú no tienes ni puta idea. No tienes ni puta idea de lo que es despedirte en un aeropuerto, frente al control policial porque alguien ha decidido que aquel es el límite de todo, la barrera de los abrazos y los besos, y de todas las palabras que a la cara se retienen mejor.
Tú no tienes ni puta idea de lo que es sentir que la persona que quieres se escurre entre tus dedos, haciéndote sentir hipócrita, falso y todo lo malo que hay en el cajón de mierda porque juraste que la seguirías hasta el final del mundo y aquel no es el final, pero ahí estás, despidiéndote porque a donde va no le puedes seguir.
Tú no tienes ni puta idea de lo que es vivir acostumbrado a algo, o peor, a alguien, y que te lo arrebaten de los brazos. Porque no sabes lo que es el dolor hasta que la ves, con su pelo largo y su sonrisa, cruzando el umbral de lo desconocido con su maleta de ruedas y los ojos empapados en ron.
No tienes ni puta idea de lo que es verla gritar y sentir miedo y felicidad al mismo tiempo. Porque nadie bebe como ella y mírala, como traga la cerveza, sin miedo a derramar ni una gota. Porque tú no tienes ni puta idea de cómo sonríe ni de cómo sufre, porque yo sí la he visto reír hasta llorar y llorar hasta hacernos reír.
Tú no tienes ni puta idea de lo feliz que es, porque es una valiente y porque ahora está cogiendo un avión hacia el otro lado del mundo. Y no puedo seguirla. Y es el momento de las despedidas. Y aquí, en donde se busca a Salem las despedidas no son bienvenidas.
Porque no tienes ni puta idea de lo que la voy a echar de menos, de lo raro que se me hará no recogerla en la esquina y verla salir, con su camiseta de fútbol y sus ganas de meterle un hattrick al mundo.
Porque son muchos años de codo con codo y de preguntas con respuesta, de conocerme y conocernos y de lecciones aprendidas. Tú no tienes ni puta idea de lo que es pensar que no hay dos sin tres, pero que se te va un tercio de la ecuación, dando resultado negativo.
Porque son tres los mosqueteros, son tres las supernenas y son tres los cerditos. Y aquí se quedan dos, y nada de eso tiene sentido. Y habrá días de cerveza, días de vino blanco, pero en negativo.
martes, 2 de septiembre de 2014
Devuélveme mi agosto
¿Te crees que puedes llegar así como así? Arrastrando un calor que no te corresponde, abrasándome con tu aire y golpeándome en la cara con tu 'vuelta al cole'.
Nadie quiere volver. Nos aferramos a un álbum de fotos al que queremos seguir alimentando pero no tenemos con qué. Nos aferramos a recordar momentos que quedarán ocultos bajo la tonelada de deberes, trabajos y responsabilidades que, al sonido de tambores, ya vienen.
Y tú piensas seguir así. Año tras año. Vienes a quitarnos todo, desde el bronceado hasta el bañador. Dime, descarado, ¿qué ganas con esto? Te crees verano pero no eres más que el hall de entrada a un otoño que pinta mal. Porque nada tienes, ni siquiera rebajas.
Yo sigo durmiéndome tarde y despertándome aún más tarde, pero sin escuchar las olas. Ahora son las obras del vecino las que vienen a darme por culo cada mañana. Igual que tú.
Desayuno con vistas a un muro cuando hace dos días tenía el mar al frente con la perspectiva de acabar tostándome en la playa. Pero no. Ya no.
Agosto, vuelve. Trae tus copas de más y tu vergüenza de menos. Tu pelo ondulado por la humedad, tus piscinas con exceso de cloro, tus playas de arena fina, incluso trae las medusas, que yo me encargo de esquivarlas.
Vuelve, que yo te espero sin mangas ni calcetines, con pantalones cortos y el horario del revés. Con ganas de salir y de no volver a entrar.
Trae a aquellos amigos que no reconoceríamos con el abrigo puesto y regálanos una última noche, de esas que acaban con baño en la playa y arena en los tacones.
Vuelve. Vuelve a Ibiza, Marbella, Comillas y a Conil de la Frontera. Que suene Facto Delafé y su 'es verano y luce el sol, es la Costa Catalana'. Trae el último éxito de David Guetta y las resacas en la playa.
Porque no hay mal que el mar no cure. Y eso lo sabes tú bien.
Nadie quiere volver. Nos aferramos a un álbum de fotos al que queremos seguir alimentando pero no tenemos con qué. Nos aferramos a recordar momentos que quedarán ocultos bajo la tonelada de deberes, trabajos y responsabilidades que, al sonido de tambores, ya vienen.
Y tú piensas seguir así. Año tras año. Vienes a quitarnos todo, desde el bronceado hasta el bañador. Dime, descarado, ¿qué ganas con esto? Te crees verano pero no eres más que el hall de entrada a un otoño que pinta mal. Porque nada tienes, ni siquiera rebajas.
Yo sigo durmiéndome tarde y despertándome aún más tarde, pero sin escuchar las olas. Ahora son las obras del vecino las que vienen a darme por culo cada mañana. Igual que tú.
Desayuno con vistas a un muro cuando hace dos días tenía el mar al frente con la perspectiva de acabar tostándome en la playa. Pero no. Ya no.
Agosto, vuelve. Trae tus copas de más y tu vergüenza de menos. Tu pelo ondulado por la humedad, tus piscinas con exceso de cloro, tus playas de arena fina, incluso trae las medusas, que yo me encargo de esquivarlas.
Vuelve, que yo te espero sin mangas ni calcetines, con pantalones cortos y el horario del revés. Con ganas de salir y de no volver a entrar.
Trae a aquellos amigos que no reconoceríamos con el abrigo puesto y regálanos una última noche, de esas que acaban con baño en la playa y arena en los tacones.
Vuelve. Vuelve a Ibiza, Marbella, Comillas y a Conil de la Frontera. Que suene Facto Delafé y su 'es verano y luce el sol, es la Costa Catalana'. Trae el último éxito de David Guetta y las resacas en la playa.
Porque no hay mal que el mar no cure. Y eso lo sabes tú bien.
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