Quiero poder decir las palabras hermoso, bello y amar, y que nadie me tome por descendiente de William Shakespeare. Quiero mirarme en el espejo, apartar las legañas, y sentirme orgullosa (y ya de paso, feliz) de la persona que tengo ante mí.
Quiero seguir escribiendo cartas a Papá Noel, Reyes Magos, al Ratoncito Pérez e incluso al Hombre del Saco, a ver si viene a buscarme y me suelta en alguna playa, a poder ser, del Mediterráneo.
Quiero que no se nos olvide que un día fuimos niños y que todavía tenemos que seguir siéndolo. Porque como dijo el escritor británico Gilbert Keith Chesterton: "Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es una maravilla". Y esto, queridos, se nos ha olvidado.
Hemos olvidado la emoción de esperar por los regalos, de sentarnos en la mesa y recordar, precisamente, cómo eran las cosas cuando medíamos medio metro. Hemos olvidado lo que significa compartir, las discusiones por política que acaban en risas y en botellas de vino vacías. Hemos olvidado que la vida está para vivirla, para almacenar recuerdos y fotografías que algún día, nos alimentarán.
Quiero que corra el champán y no la sangre, que esta noche -y mañana, y al otro- las únicas armas que tengamos en las manos sean abrazos. Y que imágenes como esta se repitan día sí, día también.
Fotografía: @alilopp |
Quiero que todo se haga porque sí, que no haya motivos ocultos para el exceso de cariño, ni para los favores. Quiero que no haya ausencias y que, si las hay, se recuerden a cada momento. Quiero que la vida siga repartiendo buenos momentos, para mí, para ti y para todos. Porque aunque haya quien me lleve la contraria, siempre he creído y creeré hasta el punto y final de mi vida, que cosas buenas le pasan a la gente buena.
Quiero que dejes de tener miedo de vivir, que dejes de andar cabizbajo y que el agobio deje de colarse por cada poro. Quiero que juegues bajo la lluvia y que el frío no esté lo suficientemente bajo cero como para que nieve. Y que ese sea tu único motivo de enfado.
Quiero que hoy olvidemos a quien hay que olvidar porque no merece la pena seguir recordando, pero que nos acordemos una y otra vez de aquel al que nunca debimos olvidar. Porque la vida es así de traicionera, pero somos más fuertes y, si nos apetece, le ponemos la zancadilla y seguimos el camino de baldosas amarillas.
Quiero que hoy cojamos el teléfono y marquemos ese número que hace tiempo que no marcamos pero que, como montar el bicicleta, nunca se olvida. Y que no haya reproches, solo palabras de amor, de cariño, un cómo te va todo y un tengo ganas de verte, vamos a tomarnos una cerveza. Y que la respuesta a eso esa un una no, dos o tres.
Quiero irme a dormir esta noche pensando: "Hoy ha sido un buen día, y mañana será mejor". Feliz navidad.