miércoles, 25 de diciembre de 2013

Yo para ser feliz quiero un camión

He estado pensando detenida -y terriblemente- sobre qué escribir. No me apetece hacer un post ni deseando felices fiestas, ni Feliz Navidad, ni ninguno de esos tópicos que nacen ahora en pleno mes de diciembre. 

Seamos realistas, para muchos no serán ni fiestas ni felices. Aunque sea Navidad y la gente prepare una mesa repleta de manjares (¡Qué festín, qué festín, qué festín!), todavía hay quien no tiene para comer, hay quien ha perdido su trabajo o para quien estas fechas no son más que el recordatorio de una ausencia. 

Ni soy el espíritu navideño en persona ni el Grinch. Ni tanto ni tan poco. Soy realista. La felicidad no solo tiene que estar presente ahora, sino siempre. Cada aspecto de nuestra vida debemos intentar aderezarlo con una pizca de felicidad (y se nos va la mano, mejor). Sea cual sea la estación o el día del año. 

Ea. Fin. Hasta aquí mi mensaje navideño.



Después de pensar en lo que significa la Navidad, me he puesto a pensar en la felicidad. Ese ente extraño, que se busca, que apenas se entiende pero que se persigue. Del estilo del anillo de Frodo pero sin su lado maligno. La felicidad como fin humano, emocional, sentimental y hasta filosófico. ¿Qué pensador que se precie no ha mencionado la felicidad? 

Hace tiempo me dijeron -alguien excesivamente sabio, seguro- que o eres feliz o no lo eres. Sin más. Sin términos medios ni vasos medio llenos o medios vacíos. O si o no. Dentro de tu estatus, puedes tener un porcentaje mayor de felicidad, dependiendo del momento. Pero, básicamente, el que es feliz, lo será siempre. Y viceversa. 

Lo de decir infeliz me suena más a insulto malintencionado que a otra cosa. Prefiero eso de o eres feliz o no lo eres. 

Y al carajo con la negatividad.



Tengo la firme convicción de que hay más seres felices, que el porcentaje está algo así como 80%-20% a favor de los sonrientes. Y es que sí hay algo que diferencie a este grupo, es su sonrisa. Cuando ves a alguien sonreír, enseñando sus dientes -aunque tengan un tono más tirando a veige por el café o los cigarrillos-, esa persona no puede no ser feliz.

Tendrá sus momentos de bajón, de bajada en la escala de la felicidad. Pero quien tiene motivos para ser feliz, amigos, lo será siempre. Y luego están los que no. 

Siento una pena terrible por los seres que van de felices pero luego no lo son. No creo que ni siquiera sepan en qué punto de la escala están, ni que están en números negativos y que sus intentos por ser felices son los más equivocados. 



Los que no pero creen que sí, que raza más apestosa. Son las malas personas, las que se deleitan con el sufrimiento ajeno, las que ven en los demás el fruto de su felicidad -cuando el origen de la felicidad debe estar en uno mismo-. Dependiendo de los males ajenos se sentirán más o menos felices, o eso creerán, porque ni se sentirán ni serán más felices. 

La felicidad está en las pequeñas cosas, y bendito fue el ser humano que así lo quiso. Una canción, una sonrisa, un mensaje con emoticono incluido -que ahora está muy de moda-... Hay quien es feliz con tan poco, que esa felicidad se contagia. 



La felicidad está en una sopa de fideos frente a la chimenea y en un gazpacho mirando al mar. En una ducha caliente y en el primer baño de agua salada. La felicidad está en una Coca Cola con amigas y en un gol en el último minuto. En el primer día de verano y en el último de invierno.

La felicidad puede estar en un resultado negativo y en un "todo ha ido bien". En las personas que te quieren y quererlas de vuelta. Está en despertarse y ver que todavía puedes dormir varias horas más. Está en September de Earth Wind & Fire.



La felicidad está en pasar el domingo en pijama y en que llegue la hora de irte a casa. Está en un atardecer mediterráneo y en la primera sangría de la temporada. En melón con jamón y en carne asada con puré de patata. 

La felicidad está en pasar las Navidades en familia y en ataques de risas. En los recuerdos de antaño y en los sueños de futuro. En verle volver a la vida cada mañana. 

La felicidad está donde tú quieras que esté. Solo tienes que descubrirla. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Todo lo que te hubiera dicho

El otro día se coló en mi lista de spotify una canción que me hizo volver al pasado. Recordé cosas, pensé en momentos en los que hacía tiempo que no pensaba y sonreí como una niña con una piruleta. Todo eso en los tres minutos y pico que dura la canción. 

He estado pensando en lo que me diría a mí misma si pudiera volver atrás a lo Marty McFly...


Deja de enamorarte del primero que pasa. Eso que sientes no son mariposas, son retortijones de tanta comida basura. Deja de intentar hacer felices a otros, y sé feliz tú. No vale con poner buena cara y aguantar lo que te echen. No te conformes. Sobre todo eso, no te conformes. 

Lo que ahora entiendes como el mayor drama de tu vida, no es ni una pequeña parte de lo que vas a tener que pasar. Pero recuerda, no llueve para siempre y todo lo malo pasa. Sé tú misma en las buenas y en las malas, porque solo tú podrás sacarte de los líos en los que te metas. 


Cuando tienes algo que ganar, siempre te arriesgas a perder. Pero merece la pena arriesgarse. Porque quien no arriesga, no gana, y eso es totalmente cierto. 

Lo de que la gente pasa y deja huella, también cierto. Aunque a ti las huellas te las dejarán a fuego, pero de nuevo, todo pasa. La vida no es fácil, ni para ti ni para nadie. Hay que vivirla con todo lo que tenemos. Agarra el primer arma que encuentres pero elige bien con quién usarla. Ni tanto ni tan poco. No puedes ir desprotegida pero tampoco atacar a todo el que se te acerque. Lo de ladrar al prójimo no está mal, pero si sabes cuándo parar. 


Las películas nos evaden, nos hacen alejarnos de nuestra propia vida para implicarnos en la de otra persona, pero hay que saber diferenciar entre ficción y realidad. Los únicos príncipes con los que te vas a encontrar son los que ya tienen la corona puesta. 

En esta vida, si hablamos de confianza mejor decir que "da asco", antes que decir que "es ciega". Guárdate parte de ti para ti misma. No lo des todo a la primera de cambio, ni al primero que pase.   


Cometer errores está bien, más que bien. De ellos se aprende. Dicen que los humanos somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra. Tú tropezarás dos, tres y cuatro, pero de cada caída aprenderás, y lo más importante, te volverás a levantar. 

Quiere todo lo que tengas aunque no tengas todo lo que quieres. Con el tiempo tus necesidades cambian y también lo que otros necesitarán de ti. Aprende a diferenciar entre los que te quieren por ti y los que te quieren por lo que les das. A los primeros tenlos cerca, a los segundos no les des nada, se irán por su propio pie. 


Quiere con locura pero ama con sensatez. Nadie te va a querer más de lo que te quieras tú a ti misma. Así que ya puedes ir empezando.