jueves, 20 de febrero de 2014

13 razones para quedarme

Después de un periodo sabático, de reflexión, inspiración y aspiración de ideas aquí estoy otra vez. He estado pensando en muchas cosas, de todo tipo. Buenas, no tan buenas, y alguna que otra mala, qué se le va a hacer. 

Pero después de un tiempo con más malos momentos que buenos, ha habido algo que me ha sacado adelante. A mí y a otros muchos. Pero hoy estoy aquí para hablar de mí. Y de nadie más. Así de egocéntrica me siento.

Sin pecar de cursi -que sí, lo soy bastante, no me importa reconocerlo- he descubierto que ese algo que te saca adelante, que te eleva del pozo de la desesperación -y olé con el dramatismo-, es el amor. Eso mismo. Roma pero al revés. 



Tras una bronca colosal, de esas que más vale no tener platos u objetos punzantes a tu alrededor, de las que lloras ríos, mares y océanos, un buen amigo, en su inútil intento por hacerme sentir mejor, me dijo lo siguiente: "Tienes suerte, te puedes ir cuando quieras"

Y cuánta razón. De eso de las relaciones te puedes ir cuando quieras, pero el caso es que yo no quiero. Y no quiero por 300 razones que ocuparían alguna que otra página más que "Cien años de soledad", así que me limitaré a 13. 

Y aquí van...

1.- Me quedo porque no creo en el "forever in love", ni en el "para siempre juntos", ni en ningún tipo de promesa condenada a acabar envolviendo pescado. Pero sí que creo que día a día se hace un siempre. Y eso es lo que me das, un día, y después otro.


2.- Me quedo porque puedo estar sin ti. Lo sé. Eso de "sin ti me muero" (o Can't leave without you, para los bilingües), es otro bulo inventado por los pedantes autores de las canciones de Mariah Carey. Quedamos en que por poder puedo, pero creo que la vida es mejor a tu lado. Y seamos realistas, ¿para qué voy a vivir sin ti pudiendo vivir contigo?

3.- Me quedo porque has conseguido resetear mi cabeza, formatear mi memoria ram, rim y rom. Y ya pocos recuerdos me quedan de una vida en la que tú no estabas. Tirando de tópicos, mi vida actual, la que soy ahora mismo, la que tienes ante ti, empezó a vivir en el momento en el que entraste en su vida. Eso sí, sin confusiones. Era yo antes de ti y lo puedo seguir siendo después. Pero volvemos a lo de siempre: no quiero. 

4.- Me quedo porque algún artista callejero ha decidido plasmar tu nombre en frente de la oficina. Podría haber dibujado una choni pechugona, o algún eslogan apolítico, pero no, decidió escribir tu nombre, que seguramente será el suyo, así muy molongo, lleno de colores y tan grande que probablemente lo capte el satélite de Google. Yo, desde luego, lo capto todos los días.


5.- Me quedo porque me lo paso bien. Más que eso. Contigo me lo paso extremadamente bien. Jamás me había reído tanto, ni me había sentido tan viva -que sí, que o estás vivo o estás muerto, pero es una forma de hablar, ya me entendéis-. Qué importante es pasárselo bien, ya me lo decía mi madre. Si no te ríes, entonces vete, que puedes. 

6.- Me quedo porque somos diferentes. Porque a ti te gusta una cosa y a mí otra. Pero he ahí el secreto, queridos. Lo de que las parejas sean iguales, tipo los Beckham, ya no se lleva. Está pasado de moda, fuera, out, au revoir. La chispa está en compartir las diferencias, en conocer en el otro lo desconocido. Y será por todo lo que descubro cada día. Me has enseñado que también se puede ir de crucero subido en un coche y que los zombies pueden ser muy graciosos. Y un trillón de cosas más, que me guardo para mí.

7.- Me quedo porque te ríes de ti mismo. Y qué le voy a hacer, eso me enamora, día sí y día también. 


8.- Me quedo porque puedo llenar otras tantas entradas llenas de nuestros "¿Te acuerdas de...?". Y porque como dice Bebe -que no bebé-, "guardo tu recuerdo como el mejor secreto". 

9.- Me quedo porque parece que ha llegado la última de las diez plagas de Egipto y ha borrado de un plumazo todo rastro de seres masculinos en mi vida. Porque todos me la resbalan. Así, mal y pronto. Que sí, que ese muy guapo, pero estás tú. Que muy gracioso, fenomenal, pero tú. Tú, tú y tú, y qué pesadilla pero tú. 

10.- Me quedo porque tus brazos son el mejor de los edredones y tu pecho la mejor de las almohadas. Y punto.


11.- Me quedo porque es lo más complicado. Porque podría irme cuando azota la tormenta, cuando empiezan a caer rayos y truenos y el aire levanta todo a su paso. De ese calibre encolerizado son nuestras broncas. Pero eso sería lo más fácil. Me van los retos y desafíos. 

12.- Me quedo porque te has molestado en conocerme. Porque sabes que me cuesta dormir cuando peleamos pero que caigo rendida si estás a mi lado. Porque sabes donde tengo cosquillas y a donde no debes acercarte si no quieres recibir una patada involuntaria. Porque sabes que lo verde no va conmigo y que hablando del futuro siempre me ganas.

13.- Me quedo porque lo intentas y casi siempre lo consigues.  

lunes, 20 de enero de 2014

Motivos para no enamorarte

Te dije que no te enamoraras, no quería verte sufrir así. Me caes demasiado bien para hacerte esta putada, pero aquí nos ves, yo como siempre, viéndote fumar en la ventana, con esa forma tuya de coger los cigarros, de aspirar fuerte y echar el humo como si todo aquello no fuera contigo. 

Tus rizos oscuros como tus ojos, y yo solo puedo pensar en que siendo yo así, y tú también así pero diferente, es una putada lo que nos está pasando. 

Te pedí que no te enamoraras de mí. Soy tan inestable como el tiempo estos días, subo y bajo como si de una canción de Katy Perry se tratase. No tengo miedo más que al propio miedo, y eso me ha causado más de un revés. No tengo vergüenza y demasiado morro, soy cabezota y si algo sé es que si entras no vas a poder salir. 



Soy inquieta y positiva. Demasiado rosa veo las cosas como para sacar de sus casillas, incluso del propio tablero, a cualquiera. Quiero que cuentes mi altura con besos, no centímetros, y que no me hables. Susurra. Los gritos no van conmigo y si tú gritas espera una tormenta monzónica. Como empiece a quererte no voy a parar, me voy a enamorar de ti con cada paso que des, y cuando te tenga voy a dejar que me agarres fuerte. Y ni se te ocurra soltarme. 

No te enamores de mí, me verías perfecta. Y de eso tengo más bien poco o nada. La imagen que tendrías estaría distorsionada por todo el amor que irradian tus venas. 

Te voy a pedir la luna y ya que estás de pie, las estrellas. No voy a parar hasta conseguirlo, aunque para ello tenga que patalear como aquel niño que vimos una vez. ¿Te acuerdas? 



Es que esa es otra. Me voy a acordar de todo. De hecho, ya lo hago. Me acuerdo de tu mirada y de cómo frunces los labios, de tu voz cuando te enfadas y cuando intentas ser amable. Me acuerdo de tus manos fuertes y, prepárate, porque como te enamores sé que no voy a querer que me suelten. Jamás. 

Así soy de tremendista. O nunca o siempre. No tengo término medio. No quiero término medio. Contigo o todo o nada. 

Te voy a mandar más de cien mensajes y me voy a enfadar si no me contestas. Voy a querer verte a todas horas y vas a tener que hacerme reír. Sí, como haces ahora. 

Me voy a enrabietar contigo veinte veces al día, y veinte veces más vas a querer matarme. Pero no lo harás, porque la sola idea de estar sin mí te provocará convulsiones.



No te enamores de mí, voy a cambiar tu vida del derecho y del revés. Te voy a contar las cicatrices y me detendré en la que tienes en el brazo para curarla a besos. He cometido más errores de los que puedo asimilar, te perseguirán mis fallos pero seguirás enamorado de mis virtudes. 

Te pedí que no te enamores de mí, porque si lo haces, mi amor por ti te perseguirá, hasta que no sepas ni quien eres, y yo me olvide de quien soy, y todo eso de que tú eres y yo soy quedará diluido en quienes somos. Los dos. Nosotros. Y se acabara tu existencia. Y la mía. 

No te enamores de mí, que bastante tengo yo con estarlo de ti.