sábado, 4 de octubre de 2014

Y si te vieras con mis ojos

Y esto es así. Lo que fue, lo que todavía es, lo que quiero que sea y ahora mismo no tengo ni puta idea de lo que es. 

Yo le daba. Y todavía le doy. Y este es mi mayor regalo. Porque estas palabras no son mías, ni tuyas, tú que te adentras en mis abismos y bajas a mi infierno. Estas palabras son suyas, le pertenecen desde aquel maldito momento en el que mi alma decidió parirlas. 


 

Porque hay verdades que duelen más que cien mentiras y abrir los ojos un día y descubrir que jamás amaste, jamás, hasta ahora, eso, amigos, es la mayor de las putadas. 

Y empezaste a amar en el momento en el que apareció con su camisa de cuadros y te dijo su nombre. Abreviado, para que no pese. Y es que nada que proceda de él pesa, ni su nombre ni su alma. 



Estas palabras son suyas, le pertenecen. Es dueño a diestro y siniestro de cada letra que procede de mi alma. Es el dueño de todo, y así, simplificamos la lista. 

Él no se conoce, no sabe lo que es llevar el coche -y el pecho- revolucionados, a más de tres mil revoluciones, solo por ganar segundos. Los segundos valen horas cuando de amor va la cosa. Porque eso es lo que es todo esto. Un enamoramiento repentino, loco, rápido y doloroso. Es romperte el corazón a ostias con su alma.


Él no sabe que su bondad atraviesa paredes, hueso y músculo. Que cada vez que respira es un segundo más de vida. Nada tiene de malo. Y si se viera con mis ojos. Uf, si se viera con mis ojos. No te puedo contar yo lo que vería.

Porque estar enamorada de él es la mayor de las putadas. Y es que el día que se vaya, que se marche y desaparezca de esta realidad, caerán truenos y relámpagos y será como el apocalipsis que narran en las películas. Y no habrá ni buenos ni malos, solo el vacío.



lunes, 22 de septiembre de 2014

A ostias con tu alma

Perdóname por romperme el corazón a ostias con tu alma. Perdóname por poner mis sentimientos por delante de los tuyos, por no tenerte en cuenta, por creer que siempre deambularías por mi costa. Perdóname por dejar que la cobardía me pudiera. 

Perdóname por creernos invencibles. Perdóname por todas las veces que te dije que no queriendo decir sí. Perdóname porque me pudieran más los años que el daño. 


Perdóname por elegirte con palabras pero sin actos. Perdóname por las promesas rotas y las más de cien mentiras. Perdóname por creer que sería para ti, la primera, la última, la única. 

Perdóname por arder y dejar que tú te quemaras conmigo. Perdóname por arrancarme el corazón y dejarlo a tu custodia. Perdóname por pensar en tus errores y olvidar los míos.



Perdóname por no decirte las cosas en hora y llegar siempre con retraso. Perdóname por no agarrar tu mano con más fuerza y no dejar que te desvanecieras. 

Perdóname por las peleas, por los gritos y las rabietas. Perdóname por romperme el alma para hacerte el mayor de los huecos. Perdóname por acomodarme en tu espalda y hacer de tu cuerpo mi recoveco. 



Perdóname por no saber qué decir cuando te fuiste y por no encontrar las palabras cuando volviste. Perdóname por pedirte que te quedaras cuando la puerta te llamaba a gritos.

Perdóname por dejarte estar, por abrir en canal el alma y las piernas. Perdóname por esperar, por esperarte a ti y por esperar de ti. 


Perdóname por querer quedarme contigo hasta el final de los tiempos. Perdóname por el drama y la locura, supongo que nací con ello. Perdóname por no correr lo suficiente y no llegar a tiempo. 

Perdóname por vivir acelerando. Perdóname por romperme el corazón a ostias con tu alma. Perdóname por no perdonarte y por no perdonarme a mí misma. Perdóname por pensarte hasta secarme las venas. 

Perdóname por todo, pero no me perdones por quererte, porque eso, eso no tiene perdón.