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lunes, 14 de octubre de 2013

Declaración de intenciones


Copiando a Neruda, yo también puedo escribir los versos más tristes esta noche, puedo escribir que le quiero, que mi estado de humor depende de su sonrisa y que sus palabras bien son puñales o pueden convertirse en leves caricias. 

Sus manos son mejor sensación que las sábanas frías y me gusta su boca tanto como despertarme tarde. Puedo imitar a Salem diciendo que por verle feliz me marcharía, pero que para hacerle feliz permanezco, pero sería una mentira, como otras tantas que se dicen. 



Soy demasiado egoísta como para irme de su lado y dejar que otra persona ocupe un lugar que únicamente a mí me pertenece. Soy egoísta y me enorgullezco, no quiero que nadie más que yo acaricie los rizos que terminan en su nuca, ni sienta sus manos grandes sobre su cuerpo. Soy egoísta y lo digo porque así lo siento. 

Podría pasarme horas hablando de su cuerpo, de su sonrisa burlona de niño pequeño, de su nariz torcida por un golpe del destino y de sus ojos oscuros. 



Sus ojos no son nada del otro mundo, aunque proceden de otro planeta. Su mirada me mata y por ella mataría. No hay nada de diferente que le haga tan especial, pero es por Él por quien despierto y con Él vuelvo a soñar. 

La peor sensación es sentir el vacío que deja cuando se va, y el mejor sonido del mundo es escucharle llegar, en un coche grande para que quepa todo Él, delgadito con el corazón de elefante. 

Con un "adiós princesa" se despide, dejándome en la ventana, esperando que vuelva a pasar y, en algún momento, no vuelva a irse jamás. 

Soy egoísta y le quiero solo para mí. Le secuestraría. A él, a su perro, a sus camisetas blancas y a sus vaqueros rotos. Todo él. Lo dijo Benedetti, yo lo leo y lo releo y solo pienso en Él. Porque Él existe donde quiera pero existe mejor donde le quiero.



martes, 24 de septiembre de 2013

Rodéate de gente interesante

Muchos me han preguntado quién es Salem y por qué le busco. Carlos Salem es un escritor, poeta y periodista argentino. (Le podréis encontrar aquí: http://elhuevoizquierdodeltalento.blogspot.com.es/) ¿Os acordáis del famosísimo "No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas..."? Pues es suyo. Sí señor. Es el artífice de semejante obra maestra. 



Salem está en mi lista de gente interesante, cuánto más le leo, más me engancha. Y eso es lo que más me gusta de la gente. Que te enganche.

Hay personas que crean adicción. Pero no en un sentido romántico. Conoces a alguien y te resulta tan interesante que hablar con esa persona se convierte en toda una atracción de feria, de esas de las que bajas encantado de la vida. Te has reído, has disfrutado y has vivido una experiencia totalmente diferente. 


En estos años, y sobre todo en épocas pasadas de pubertad, he conocido a gente muy pero que muy aburrida. Igual que un filete sin sal. Sosos hasta decir basta, sin nada que contar ni nada que transmitir. Personas que, además, tienden a ser tóxicas ya que su vida les aburre tantísimo que deciden meter el hocico en historias ajenas para darle un poquito de emoción. ¿Típico, verdad?

Con los años aprendes. Aprendes a diferenciar a esas personas grises de aquellas que dan color y vida a tus días. Esas son las personas que realmente merecen tu tiempo. En algunas, incluso, descubrirás, si tienes suerte, a tu amigo kamikaze. Yo lo hice. 


La vida, dentro de sus retorcidas intenciones, coloca en tu camino a personajes de todo tipo. Digievolucionamos a sabios cuando aprendemos a diferenciar entre moscas cojoneras cuyo único cometido es tocarte las narices, y entre aquellos personajes que bien podrían haber salido de alguna serie americana ganadora de dos o tres premios Emmy

Rodéate de gente interesante, de gente guay. Gente que alegre tus días y tus noches. No tienen por qué ser amigos íntimos, ni siquiera amigos. Sencillamente tiene que ser alguien que tenga algo que contar sin parecer un tertuliano de Sálvame. 

Es una suerte encontrar a alguien capaz de recomendarte un buen libro, una película de esas que te llegan tan adentro que difícilmente salen, un lugar que nada tenga que envidiar al paraíso o, simplemente, que por lo que hace o por las cosas que le gustan, te pueda contar mil batallitas, dejándote con la boca abierta.